Penélope
Después de la crisis por la ausencia de Ulises, se sentó junto a la ventana como todas las tardes a tejer ilusiones; los paisajes nuevos y desconocidos empezaron a poblar su mente; Ulises se acercó por el camino polvoriento de la tarde... Al fin había vuelto, traía el olvido y la desesperanza tatuados en el rostro frío e inexpresivo.
Ulises la tomó entre sus brazos, la recostó suavemente sobre el diván y de su garganta brotó lenta una cadencia que transportó e hizo sonreir a Penélope
-"Ya está tranquila, quítenle la camisa de fuerza".
Alicia Uzcanga Lavalle
1 comentario:
es fenomenal ella me da clases y estoy muy emocionada por eso jeje
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